Dentro del coaching hay un término que, en alguna ocasión, es posible que tengas que utilizar con tus clientes o incluso contigo mismo para que descubras realmente cómo están las cosas.
Este término es «zona de confort«, un término que, dicho así, no es que nos diga mucho. La verdad es que a mí me ha costado entender un poco su significado y aún ahora no sé si es el correcto o no.
La zona de confort es el conjunto de límites que, sutilmente, la persona acaba por confundir con el marco de su íntima existencia. Define muy gráficamente el acomodo de aquellas personas que han renunciado a tomar iniciativas que les permitan gobernar sus vidas.
Esto nos lleva a entender la zona de confort como aquella zona en la que no tomamos apenas decisiones sino que nos sentimos encasillados, como si con lo mínimo pudiéramos vivir y ser felices, sin tener aliciente en la vida ni tampoco querer hacer nada más que lo que estamos haciendo, ya que nos va bien.
Pero en coaching eso es algo a evitar, se debe ser capaz de mostrar a cualquier persona que se puede hacer cualquier cosa, que siempre, con ganas y voluntad, se puede conseguir lo que se quiera, que nunca nos debemos sentir satisfechos por algo porque siempre habrá algo que ansiemos, una meta que cumplir.
Ventajas de salir de la zona de confort
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Aumenta la confianza en uno mismo
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Hace crecer la motivación y la creatividad
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Mejora el rendimiento
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Prepara frente a las dificultades
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Permite desarrollar las capacidades cognitivas y ponerse a prueba