Según un estudio internacional de 1999 (Gallup Institute), la mejora de los resultados empresariales y el desarrollo de los empleados van de la mano.
Esto requiere un determinado estilo de dirección. Los directivos que trabajan bien, crean un ambiente en el que se presta atención a los empleados y en el que éstos pueden desarrollarse óptimamente y contribuir a los resultados de la empresa. Durante el estudio, Gallup detectó una estrecha
relación entre los resultados vitales de la empresa y la manera en que los directivos conseguían crear un ambiente laboral atractivo y productivo. Un ambiente así, motiva a las personas y crea un vínculo.
El estudio concluye que lo que determina la productividad y lealtad de un empleado es la calidad de la relación entre el empleado y su superior directo. Y para mejorar dicha relación, propone una serie de actuaciones que son muy, muy similares a las de un “coach”:
– Tener expectativas positivas
– Comunicar dichas expectativas de manera clara y consistente
– Preocuparse por el empleado como persona
– Valorar capacidades y habilidades individuales
– Inspirar confianza
– Involucrarle en sus propias decisiones
– Apoyar su crecimiento y desarrollo con feedback
Se trata de que una organización cree un valor para sus empleados. De la misma manera que una empresa también debe crear un valor para sus clientes. O sea, un valor que los empleados consideren real y distintivo. Dicho valor se basa en:
– el grado de libertad del que disfruta el empleado,
– la valoración de los resultados logrados,
– un ambiente abierto y franco,
– un clima laboral motivador,
– un buen equilibrio entre el trabajo y la vida privada.
Naturalmente una organización no sólo tiene que dar valor a sus empleados sino que, al mismo tiempo, debe pedir a cambio unos resultados claros.
Resultados que, sobre todo en el caso de la prestación de servicios, se traducen directamente en la satisfacción del cliente, lo que a su vez se traduce en beneficios más altos.