Cuando alguien me pregunta que cualidades debe tener el coach ideal, siempre enumero, entre otras, las siguientes actitudes de un coach, que creo son importantes para ejercer nuestra profesión:
– Tiene paciencia
– Es imparcial
– Respalda
– Sabe escuchar
– Es consciente de sí mismo y de su entorno.
– Es atento.
Algunas personas suelen incluir estas otras:
– Destreza técnica
– Conocimiento
– Experiencia
– Credibilidad
– Autoridad
¿Hasta qué punto estas cinco últimas cualidades son necesarias? ¿Debe tener un coach conocimiento técnico del campo sobre el que trabaja?
Sinceramente creo que la respuesta es no. Sin embargo, si no está convencido del potencial de la persona a la que guía y en la importancia de la responsabilidad asumida, entonces pensará que necesita tener experiencia en el tema para ser capaz de entrenar.
Con esto no quiero decir que la experiencia está de más, sino que no debe abusarse de esta para ocultar otras carencias. El coach ideal debe darse cuenta de que si utiliza su experiencia en exceso, reduce el valor de su entrenamiento y limita la responsabilidad del entrenando.
El coach no es un maestro, ni un consultor, ni un instructor, ni alguien encargado de resolver un problema, ni siquiera un experto. El buen coach debe ser un ayudante, una caja de resonancia, un consejero, un catalizador de la conciencia.
Lo ideal podría ser un coach experto que también tuviera un caudal de conocimientos técnicos. Sin embargo, es muy difícil dejar en un segundo plano la experiencia técnica para poder entrenar bien, centrándose en lo realmente importante.